En un esfuerzo sin precedentes por proteger a su población frente a los riesgos naturales, El Salvador ha invertido significativamente en la resiliencia de su infraestructura. Según datos del Servicio Nacional de Estudios Territoriales (SNET), El Salvador, ubicado en el corazón del Cinturón de Fuego del Pacífico, está expuesto a más de 100 sismos anuales de magnitud superior a 3.0.
Este ambicioso programa, liderado por el Ministerio de Obras Públicas y Transporte (MOPT) en colaboración con el Ministerio de Educación, y Salud, ha priorizado la seguridad de niños, pacientes y personal médico, beneficiando directamente a más de 300,000 estudiantes y usuarios de servicios hospitalarios en zonas de alta vulnerabilidad sísmica. Las obras incluyen el reforzamiento de columnas, vigas y cimientos, así como la implementación de tecnologías sismorresistentes en edificios clave, inspiradas en estándares internacionales como los aplicados en Japón y Chile.
“Cada escuela y hospital reforzado es un paso hacia un El Salvador más seguro. No solo protegemos vidas, sino que garantizamos la continuidad de la educación y la salud en momentos críticos”, afirmó el Ministro de Obras Públicas, Romeo Rodríguez Herrera.
El ministro de Obras Públicas y Transporte, Romeo Rodríguez Herrera, abrió la Octava Jornada del Código Modelo Sísmico para América Latina y el Caribe (CMS AL&EC), destacando la urgencia de estas reuniones: “La mayoría de los países registran sismos, tsunamis, actividades volcánicas que generan daños, pérdidas humanas y eso lleva a replantear parte de la infraestructura que se construye y mejorar las nuevas construcciones que se realicen para que sean resilientes a los cambios climáticos”.
Rodríguez enfatizó que “es importante estar al tanto de las nuevas tecnologías y compartir experiencias entre diferentes países en cuanto a la seguridad por sismos”, y anunció la presentación del Código Salvadoreño de Edificaciones (CSE), un documento pionero elaborado para establecer lineamientos técnicos en el diseño, construcción, supervisión, evaluación y reforzamiento de edificaciones, asegurando infraestructuras resilientes en carreteras, puentes, hospitales y viviendas.
El país, que históricamente ha enfrentado devastadores terremotos como el de 1986, que dejó miles de víctimas, está transformando su enfoque hacia la prevención. Desde 2022, la inversión en resiliencia ha superado los $150 millones, financiada parcialmente por cooperación internacional del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y fondos nacionales.
Este esfuerzo no solo mitiga el impacto de los sismos, sino que también prepara a las comunidades para enfrentar amenazas agravadas por el cambio climático, como tsunamis y deslizamientos. Con estas medidas, El Salvador se posiciona como líder regional en la gestión de riesgos sísmicos, demostrando que la seguridad de su pueblo es la prioridad. ¡Un país que se levanta más fuerte ante cualquier temblor!