El Sol está en un periodo de actividad en el que genera las tormentas solares más grandes en los últimos 20 años según especialistas.
El pico máximo de su período activo dentro de su ciclo solar de 11 años, ha generado espectaculares auroras en los primeros días de mayo, principalmente en los cielos de muchas latitudes.
Sorprendentemente, los efectos de esta tormenta solar se sintieron mucho más allá de la atmósfera de nuestro planeta: llegaron hasta el fondo del océano.
La Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) dijo que ha habido efectos e impactos mensurables de la tormenta geomagnética pero que, hasta ahora la NOAA no ha recibido informes de daños importantes por esta tormenta geomagnética G5 (la primera que azota el planeta desde 2003).
También advirtieron que un bombardeo solar suficientemente intenso podría provocar una tormenta geomagnética que expulsaría a los satélites de su órbita, y podría llegar a cortar los cables submarinos que unen Internet y sumergir al mundo en la oscuridad con apagones masivos debido al colapso de las redes eléctricas.