María Victoria Ramos, hondureña originaria del departamento de Yoro, en Honduras cumplió este miércoles un sueño que llevaba décadas postergando: graduarse como Bachillerato Técnico Profesional en Informática a los 65 años de edad.
Durante años, doña María Victoria, como la conocen en su comunidad, se levantaba antes del amanecer para vender agua purificada y refrescos en la terminal de buses de El Progreso, Yoro. Con las ganancias diarias sostenía a su familia y, poco a poco, pagaba sus estudios nocturnos en el Instituto Técnico Santa Cruz del Oro.
“Muchos me decían que ya estaba muy grande para estudiar, que mejor me dedicara a descansar. Pero yo siempre les respondía que el día que uno deja de soñar es el día que se muere”, comentó entre lágrimas la nueva graduada mientras recibía su título.
La ceremonia de graduación se convirtió en un acto emotivo. Alumnos, profesores y familiares estallaron en aplausos cuando su nombre fue anunciado. El instituto le entregó además un reconocimiento especial “por su espíritu inquebrantable y por ser ejemplo vivo de que la edad es solo un número cuando hay determinación”.
“Ella llegaba cansada de trabajar todo el día, pero nunca faltó a clases ni dejó tarea sin hacer. Es un orgullo tenerla como egresada”, expresó la directora del centro educativo, la profesora Sandra Mejía.
La historia de María Victoria ya recorre las redes sociales y los grupos de WhatsApp de Yoro y más allá. Muchos la señalan como prueba de que nunca es tarde para alcanzar una meta: “Si una señora de 65 años que vendía agua en la terminal pudo graduarse de informática, ¿qué excusa tenemos los demás?”, escribió un usuario que compartió las fotos de la graduación.
Con su título en mano, doña María Victoria dice que no piensa detenerse: “Ahora quiero seguir estudiando, tal vez una carrera técnica o aprender más sobre computadoras. Mientras Dios me dé fuerza, seguiré adelante”. Su ejemplo queda como testimonio de que la constancia y la perseverancia y el valor pueden más que los años.

