El secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, confirmó este lunes el cierre definitivo de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), como parte de una amplia reestructuración impulsada por el presidente Donald Trump para centralizar la ayuda exterior bajo criterios de eficiencia y alineación con los intereses estratégicos del país.
Rubio anunció que más del 83 % de los programas de USAID, equivalentes a unos 5,200 contratos, han sido eliminados tras una revisión interna de seis semanas. Solo un 17 % de los proyectos serán absorbidos por el Departamento de Estado, que ahora se encargará directamente de la distribución de la ayuda internacional.
“El viejo modelo de una burocracia dispersa y sin resultados ha terminado. USAID representaba una era de ineficiencia sancionada por el gobierno”, declaró Rubio desde el Departamento de Estado. “A partir de hoy, la política exterior y la ayuda exterior estarán unificadas bajo un solo objetivo: promover el interés nacional de Estados Unidos con responsabilidad y resultados”.
La decisión ha provocado fuertes críticas tanto a nivel nacional como internacional. Los expresidentes Barack Obama y George W. Bush calificaron la medida como una “tragedia” y un “error colosal”, recordando que USAID fue clave en la lucha contra enfermedades como el VIH/Sida, el ébola y la malaria, así como en la asistencia humanitaria tras terremotos, hambrunas y conflictos armados.
Un estudio publicado por la revista científica The Lancet advirtió que el cierre de USAID y el corte de sus fondos podrían causar más de 14 millones de muertes evitables antes de 2030, incluidos al menos 4.5 millones de niños menores de cinco años.
Organizaciones internacionales también expresaron alarma ante el desmantelamiento de la agencia, alertando sobre un posible vacío que podría ser aprovechado por países como China o Rusia para extender su influencia mediante programas de cooperación más agresivos.
Pese a una reciente decisión judicial que consideró que el presidente Trump excedió su autoridad al congelar de manera masiva los fondos de asistencia, la corte no ordenó revertir los contratos ya cancelados ni impidió la reestructuración institucional.
La eliminación de USAID, fundada en 1961, marca un cambio radical en la política exterior estadounidense. La agencia, símbolo del llamado “poder blando” de Estados Unidos, operaba en más de 100 países y contaba con un presupuesto de aproximadamente 60 mil millones de dólares.
Rubio sostuvo que la nueva etapa busca “restaurar la credibilidad” de la ayuda estadounidense. “Este no es el fin de nuestra generosidad, es el inicio de una nueva era de responsabilidad”, afirmó.
Con esta decisión, la administración Trump consolida un giro nacionalista en su política exterior, donde la ayuda internacional se subordina a objetivos estratégicos, geopolíticos y de seguridad.