Con un impacto notable en empleo, exportaciones e inversión, la industria farmacéutica de El Salvador continúa consolidándose como un motor estratégico de la economía nacional.
Según el informe sectorial presentado por la Asociación de Industriales Químico-Farmacéuticos (INQUIFAR), este rubro generó en 2024 un total de 6,170 empleos directos y más de 18,500 empleos indirectos, con un salario promedio de $980 mensuales, superior al doble del salario mínimo.
Carmen Estela Pérez, presidenta de INQUIFAR, explicó que estos datos reflejan la estabilidad del sector, impulsada por el cumplimiento riguroso de las buenas prácticas de manufactura y por la constante capacitación del personal técnico y profesional. «Nuestro capital humano es clave. La industria no solo invierte en infraestructura, también en formar personal altamente calificado», aseguró.
En términos de comercio exterior, el sector exportó más de $182 millones en 2024. De ese total, $152.9 millones correspondieron a productos de uso humano (88.5 %) y $19.9 millones a productos veterinarios (11.5 %). Más de la mitad de estas exportaciones —$105.2 millones— provinieron de empresas asociadas a INQUIFAR, que han mantenido una posición competitiva en mercados internacionales, especialmente en Centroamérica.
Durante la última década, el sector ha invertido más de $150 millones en infraestructura, incluyendo la construcción de nuevas plantas, remodelaciones y adecuaciones para cumplir con normativas internacionales cada vez más estrictas. Estas inversiones han permitido a las empresas salvadoreñas posicionarse como proveedoras de medicamentos de calidad reconocida en la región.
La presidenta de INQUIFAR también destacó que el clima institucional ha mejorado sustancialmente en los últimos años. «Este Gobierno nos ha abierto las puertas. Hoy tenemos más diálogo con entidades como el Ministerio de Economía, el Seguro Social y la Superintendencia de Regulación Sanitaria. Nos escuchan y comprenden nuestras necesidades», afirmó.
Asimismo, la industria se encuentra trabajando junto a la Asociación Salvadoreña de Industriales (ASI) en la propuesta de reindustrialización del país, promoviendo el consumo de productos hechos en El Salvador como una forma de fortalecer la economía y generar empleo estable.