El 30 de julio de 1975, una manifestación pacífica organizada por estudiantes de la Universidad de El Salvador (UES) fue brutalmente reprimida por fuerzas de seguridad del Estado salvadoreño, en un hecho que quedó marcado en la historia nacional.
Los estudiantes, acompañados por jóvenes del Instituto Nacional General Francisco Menéndez (INFRAMEN), marchaban por la alameda Juan Pablo II, en San Salvador, para protestar por hechos represivos ocurridos días antes en Santa Ana.
Sin previo aviso, fueron emboscados por efectivos de la Guardia Nacional, la Policía de Hacienda y el Ejército, que dispararon a quemarropa contra los manifestantes y utilizaron tanquetas y gases lacrimógenos.
La represión dejó un número indeterminado de fallecidos y heridos. Testigos y sobrevivientes señalan que decenas de cuerpos fueron retirados en vehículos militares, mientras las cifras oficiales nunca reflejaron la magnitud del hecho.
El régimen del coronel Arturo Armando Molina, presidente de la República en ese entonces, fue señalado como el responsable político y militar del operativo, que fue ejecutado con el fin de reprimir la disidencia estudiantil y evitar la expansión del descontento social.
Cada 30 de julio, se conmemora el Día del Estudiante Salvadoreño en memoria de las víctimas.