Julio César Márquez, originario de Morazán, ha demostrado que con perseverancia todo es posible. Cada mañana, recorría las rutas de transporte colectivo vendiendo dulces, soportando el desprecio de algunos, pero decidido a reunir los fondos necesarios para pagar sus estudios universitarios.
Hoy, Julio ha alcanzado su sueño: es Licenciado en Contaduría Pública. Aquel esfuerzo diario, vendiendo dulces en los autobuses, ha sido la base de su éxito.
Su historia es un recordatorio de que, con determinación, cualquier meta se puede alcanzar, sin importar las dificultades en el camino.